
Estimado lector, a pesar de que no te conozco, estoy casi seguro de que al menos una vez en tu vida habrás visto anuncios en Google o en Redes Sociales, en donde por una módica cantidad te ofrecen un curso, diplomado o taller sobre marketing.
Quizá en algún momento habrás comprado uno de ellos, o bien, pudiste haberlo obtenido de manera gratuita. Pero también, muy seguramente has visto conferencias en Youtube, has escuchado algún podcast o leído un whitepaper relacionado a la mercadotecnia.
Estoy casi 100% seguro de esto, pues yo al igual que tú, soy un amante de esta profesión, y sé que a los mercadólogos nos encanta nutrirnos de nueva información todos los días.
Somos apasionados, creativos, analíticos, curiosos, estratégicos, y en ocasiones, charlatanes…
No hablo de que precisamente tú o yo lo seamos, me refiero a esos de los que te hablé al inicio.
Personas que prometen convertirte en un experto en marketing con un curso de 6 horas (impartido por ellos mismos, obviamente). O bien, esos que no se cansan de decir que marketing es redes sociales, publicidad, ventas, multinivel, SEO o cualquier otra cosa del mundo digital.
¿Y qué pasa con los 3, 4 o hasta 5 años que invertimos estudiando mercadeo en la universidad? Pues nada, los charlatanes toman un taller de unas cuantas horas, aprenden a hacer publicidad en social media ¡y listo! Son todos unos mercadólogos / Storytellers / GrowthHackers / Consultores / Influencers y todo lo demás.
Pero han olvidado la importancia de conocer los fundamentos, la teoría y el estudio profundo de un marketing cada vez más cambiante. Un marketing que no es sinónimo de herramientas digitales ni de publicidad. Un marketing que requiere investigación, números, estrategia y no simples trucos improvisados que se aprenden en 2 días.
Lo sé, no todos los profesionales que anuncian sus capacitaciones son unos charlatanes. Incluso a muchos de ellos los admiro y respeto, y tengo la fortuna de tener grandes amigos en diferentes países que se dedican a ello.
Pero entonces ¿quiénes son?
Los charlatanes del marketing prometen cosas que no pueden cumplir y consiguen clientes a base de engaños, prometiendo lograr grandes objetivos con poca inversión.
Son improvisados que en una de sus crisis existenciales decidieron cambiar de ocupación, fueron a Youtube y vieron el primer video que encontraron para “capacitarse”. Un día son expertos en branding y Marketing digital, y al otro son Social Media Managers o especialistas en Neuromarketing.
A los charlatanes también les encanta compartir tooodoo lo que saben, por eso son amantes de dictar conferencias en donde solo repiten lo que leyeron en un artículo o, en su defecto, frases de gurú vistas en alguna neuro conferencia.
El charlatán miente y disfruta ver cómo los incautos caen ante sus argumentos fundamentados en estudios que él mismo inventó. La razón y las fuentes serias de información no son sus principales aliados. Habla de cosas o de estrategias que jamás implementó. ¡Claro! En dos meses que lleva siendo mercadólogo/marketero/marketinero (o como le llamen en tu país) no se puede hacer mucho.
Pero lo anterior no es impedimento para que el charlatán presuma sus capacidades a través de un discurso con más forma que fondo. Lindo a los oídos, pero todo un crimen para el verdadero marketing.
Ese charlatán que, al estilo del Lobo de Wall Street, prepara un discurso engañoso y, lejos de brindar información oportuna, se limita a plagiar el trabajo de otros.
El charlatán no tiene estrategias, utiliza trucos. Vende sus cursos para convertirte en todo un experto, pero él jamás compraría uno de ellos, ¿por qué lo haría? Él conoce el juego y sabe jugarlo.
Pero aún hay más. Un charlatán del marketing conoce perfectamente las reglas de la persuasión. ¿Recuerdas la historia del vendedor de humo? Así de rápido se esfuma su reputación.
Finalmente, el charlatán cae por su propio peso.
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